sábado, 13 de junio de 2020

La doble lectura de Moby Dick

Al enfrentarnos a obras monumentales de la literatura escritas originalmente en una lengua que no es la nuestra, siempre conviene realizar la doble lectura simultánea, pues de esta manera rescatamos algo de lo perdido. En el caso de Moby Dick, recomiendo leer la traducción de Fernando Velasco Garrido, experto en Melville, y tener una buena edición en inglés, para revisar aquellos pasajes que nos conmuevan o alguna frase que nos inquiete o nos haga dudar. Incluso, este ejercicio de comparación sirve para determinar el grado de fidelidad de la traducción (opino, a propósito, que Velasco Garrido rescata la fuerza del novelista: ¡Dadme la pluma de un cóndor! ¡Dadme el crácter del Vesubio como tintero! ¡Amigos, sujetadme los brazos!, grita en silencio Ismael (o Melville) en el capítulo 104 de la novela al sentirse agotado por la empresa asumida, consistente en contar la persecución que hace el capitán Ahab para vengarse de su inmenso y odiado Leviatán, el mismo que antaño le cercenó la pierna y le incendió el alma para volvérsela una lámpara votiva de odio vasto.

Recomiendo mucho el sermón completo del padre Mapple, que recrea los dos primeros capítulos del libro de Jonás, los cuales son en el Antiguo Testamento muy breves (entre ambos suman apenas 27 versículos).

lunes, 8 de junio de 2020

La mentalidad diseñadora

La palabra DISEÑO alude al proceso previo de configuración mental en la búsqueda de una solución. En este sentido, diseño es pre-figuración. La voz proviene del italiano disegno: dibujo, pero también designio, señalamiento de lo por venir. Por tanto, un diseño es la representación gráfica del futuro.

Lo hecho es la obra, y antes de ser tal (cuando está por hacerse) es proyecto (en portugués, diseño es projeto). Entonces, si signum es señal (o signo) y designare significa marcar con un signo, designio y diseño parecer referirse a ideas semejantes.

DESIGNIO. Idea que tiene una persona de realizar cierta cosa; fin, intención, propósito; cosa que una persona se propone realizar (María Moliner). Pensamiento, o propósito del entendimiento, aceptado por la voluntad (RAE).

DISEÑO. Dibujo previo a la realización de una cosa que se hace para tener una idea aproximada de cómo será en realidad; apunte, boceto, bosquejo, croquis, esbozo, esquema; forma o aspecto exterior del objeto que  ha sido previamente diseñado (cfr. María Moliner). Traza o delineación de un edificio o de una figura; proyecto, plan; concepción original de un objeto u obra destinados a la producción en serie; forma de cada uno de estos objetos; descripción o bosquejo verbal de algo; disposición de manchas, colores o dibujos que caracterizan exteriormente a diversos animales y plantas (cfr. RAE).

Obsérvese que tanto designio como diseño son voces que aluden a una realidad ulterior, a un momento por venir, a un ser en potencia, a un objeto futuro. El designio y el diseño no son la cosa sino su preparación, su anuncio, su gestación.

El diseño y el designio no son entes sino procesos, y el español (a diferencia de otras lenguas, como el inglés) no las acepta (o no debería aceptarlas) como adjetivos, pues para ello cuenta con formas específicas: el adjetivo de diseño es diseñador/a (que, por supuesto y en momentos específicos, hace también las veces de sustantivo).

Si bien podríamos hablar de mentalidad de diseño o de pensamiento de diseño, la riqueza del español nos ofrece MENTALIDAD DISEÑADORA y pensamiento diseñador, es decir, una mentalidad o un método de pensamiento que parte siempre de prefiguraciones (mentalidad prefigurativa, no mentalidad de prefiguración).

Aunque muchos se han habituado a traducir "design thinking" como "pensamiento de diseño",  la frase en español es gramaticalmente desafortunada y no ayuda a entender el concepto.

-¡Pero es que así lo entiende la gente!, escucho a cada paso.

¡No! Definitivamente no es así como (lo) entiende la gente. En todo caso, es así como la gente deja de entender pero acepta sin chistar lo que medio entiende.

Cuando decimos que "es así como lo entiende la gente", estamos cayendo exactamente en lo que no debe ser la mentalidad diseñadora ni la actitud innovadora. El miedo al cambio y la aceptación de las imposiciones, no son propias de un pensamiento diseñador.

jueves, 27 de septiembre de 2018

El Mundonláin y el Carnihueso


El Mundonláin es un océano lleno de vida que se mueve y se desarrolla a través de la inmensa red de computadoras interconectadas (interconnected networks). En sus profundidades, hay grutas que pueden aprisionarnos y ríos interiores que nos llevan a escenarios insólitos. Hay dentro de este océano, además, una fauna de diversidad ingente que contiene tanto espíritus transparentes como leviatanes opacos.

Dado que el Mundonláin tiene aspecto de mucha realidad: nosotros, sus habitantes, le hemos concedido vida. Somos como el hada de los cabellos color turquesa que humaniza a Pinocho para premiar sus buenas acciones y redimirlo de su pasado monocromático.

Al otro mundo, el viejo mundo físico, lo llamaremos el Carnihueso.

En el Carnihueso viven los vigesimocrépticos, sobrevivientes del siglo XX convencidos de que la humanidad está en decadencia por culpa del Mundonláin.

Pero advirtamos que en el Carnihueso también viven los pantallescentes, criaturas de aspecto juvenil que se relacionan con su entorno humano a través de internet.

Los vigesimocrépticos enfrentan el Carnihueso de manera grave, mientras que los pantallescentes lo hacen de manera vaporosa. Unos y otros son personas felices. Sin embargo, los primeros piensan que los pantallescentes están tristes y que están desperdiciando su vida. Por su parte, los segundos están igualmente convencidos de que la amargura invade a los vigesimocrépticos y que la vida de éstos es un reverendo despilfarro.

Los vigesimocrépticos insisten en llamar virtual al Mundonláin y real al Carnihueso. Los pantallescentes insisten en llamar tosco, peligroso y decadente al Carnihueso y orgánico, impetuoso y fogoso al Mundonláin. Se equivocan unos y otros: ambos mundos son tan reales como irreales, tan palpables como impalpables, tan ciertos como inciertos, tan tornasolados como plomizos, y como ambas dimensiones son extensiones una de la otra (no son ámbitos cerrados, aunque sí universos paralelos), podemos pasar fácilmente del Mundonláin al Carnihueso, para cubrir nuestras necesidades animales (comer, dormir, entrar en un animal o dejarnos penetrar por otro, lavarnos los dientes, hacer del baño, beber cerveza, etcétera). Eventualmente, en un futuro próximo, resolveremos ciertas necesidades animales sin salir del Mundonláin.

Los vigesimocrépticos se refugian en el Carnihueso y desde él refunfuñan y presumen orgullosos el hecho de no estar conectados al Mundonláin. Sin embargo y con frecuencia, voluntaria o involuntariamente, algunos vigesimocrépticos visitan lo que ellos consideran la Sodoma de los tiempos actuales.

Reconocemos a un vigesimocréptico en el Mundonláin porque está enojado. Pero estar enojado es su manera de mantenerse feliz. Si un vigesimocréptico del Carnihueso muestra un libro o una libreta de notas, lo hace con la arrogancia de quien espeta “mira lo que te estás perdiendo”). El pantallescente, por su parte, observa estos objetos con fascinación arqueológica y una amplia sonrisa de gratitud.

Ese encanto por lo obsoleto y lo obsolescente, es lo que hace que algunos ciudadanos del Mundonláin tengan en el Carnihueso estantes con libros de papel y discos compactos o de vinilo, porque unos y otros fortalecen su idea de un mundo alternativo donde las cosas son más bonitas (sí, claro, el bidé vence estéticamente a la regadera de teléfono, aunque ésta pueda ser más práctica en ciertas circunstancias). El pantallescente que ama lo caduco contempla a los vigesimocrépticos con cierto encanto taxidérmico, pero los aborrece cuando descubre que están inscritos en redes sociales y medio conectados a ellas.

-Estos viejos inútiles no se refugian en el Carnihueso por rebeldía, sino por ineptitud, torpeza e incompetencia. ¡Bien que quisieran ser trending topic, ser la sensación del momento!

¿Y qué comen los pantallescentes, por qué están tan delgados? Escriferio, comen escriferio, es decir, refrigerio que se consume durante una larga estancia frente a la pantalla del escritorio del Carnihueso: zanahorias, manzanas, avellanas… Los vigesimocrépticos insisten en llamar lunch al escriferio, porque –dicen- es muy importante conservar la pureza del español y no andarse con inventos milénicos.

Entre los pantallescentes hay un grupo de gente muy bien educada: los redecentes.

El redecente es una persona que, al estar interactuando en la red, se comporta con buenas maneras. Cuando se le insulta o se le critica su forma de pensar, el redecente responde con una carita feliz (dos puntos y cierre de paréntesis, nada de emoticones prefabricados) y canta alabanzas a la libertad de expresión. Para ello, sigue la escuela del maestro Terry Gilliam y adjunta una creación personal: un pastiche con vocación de meme, en donde el rostro de Voltaire dice algo que nunca dijo Voltaire, pero que contiene su espíritu: Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo

Ya dijimos que reconocemos a un vigesimocréptico en el Mundonláin porque está enojado, pero también porque conforme se adentra en esa dimensión virtual sus preocupaciones crecen hasta convertirlo en un cibercondriaco…

El cibercondriaco es la persona que, al percibir en sí misma un problema de salud, dedica toda su energía a buscar en la red la prueba de que padece una enfermedad incurable. En su búsqueda, obtiene información valiosa sobre síntomas de enfermedades que desconocía y que ahora detecta en su propio cuerpo.

Pero estar preocupado es su manera de ser feliz, así que encuentra muy valiosa la costumbre de los pantallescentes de tomarse egomentos con el celular***, porque así rescatan el hábito que fundó José Luis Cuevas de tomarse una fotografía todos los días, para observar su decadencia física.

*Esta descripción de mundos nació después de leer The 20 Weirdest Word Added to the Dictionary Because of Technology, de Lindsay Kolowich, texto del Mundonláin que me compartió mi hermana Beatriz, pantallescente de corazón.

**La declaración es una recreación del pensamiento del filósofo francés hecha por la inglesa Evelyn Beatrice Hall.

***Egomento. Palabra cada vez más utilizada para sustituir la cursi selfie. Momento del yo, monumento a mí mismo, autorretrato que demuestra en el Mundonláin nuestra existencia en el Carnihueso.

jueves, 17 de mayo de 2018

El arte de conversar (1)


“A ver…” es una fea muletilla con la que muchos comenzamos nuestras intervenciones y con la que buscamos, de manera arrogante (aunque inconscientemente), imponer nuestra idea de las cosas, expresar nuestra opinión sobre un asunto en particular o fijar nuestra inamovible posición en un debate.

En cualquier caso, la muletilla de marras es una falta de respeto al interlocutor. Lo que estamos diciendo es: “A ver, idiota, te voy a revelar la verdad del Universo”.

Yo sugiero que todos trabajemos intensamente por extirpar dicha muletilla de nuestras discusiones, porque siempre está rellena de desdén y descortesía. Busquemos maneras más amables de exponer nuestros puntos de vista.

viernes, 4 de mayo de 2018

El drive es la alacena

En el mundo de la informática, la voz inglesa “drive” se refiere a aquel dispositivo que lee y/o escribe datos en un medio de almacenamiento: un disco compacto o una unidad de memoria (USB, por sus siglas en inglés), por ejemplo.

También se usa la palabra para referirse a los servicios de almacenamiento virtual (Google Drive es el más conocido).

Por tanto y en cualquier caso, bien podemos utilizar palabras de nuestra propia lengua, cuya riqueza hemos ido atesorando durante los mil años de existencia del español.

Pienso en tres vocablos posibles: depósito (romanceamiento de depositum), cobertizo (lugar cubierto para proteger algo o protegerse uno mismo de la intemperie) y alacena.

De ellas, sugiero elegir la tercera palabra, de origen árabe (alhazána), por su belleza natural y por su carga de semántica doméstica.

sábado, 18 de noviembre de 2017

El uso de la coma en presencia del vocativo


El vocativo se escribe seguido de una coma si va al principio de la oración; es precedido de una coma cuando va al final de la oración; y se coloca entre comas si se halla en medio de la oración:

Arnoldo, gracias por haberme enseñado a luchar.
Gracias por haberme enseñado a luchar, Arnoldo.
Gracias, Arnoldo, por haberme enseñado a luchar.

El vocativo es el elemento de la oración que funciona como llamado, invocación, señalamiento o apelación. En los ejemplos presentes, el vocativo es Arnoldo.

Este conocimiento es uno de los regalos que se da a los niños en la escuela primaria. El regalo, junto con otras joyas, se revisa durante toda la secundaria. Y en cuarto de bachillerato, el estudiante que ha estado en una buena institución educativa domina la lengua básica y es capaz de pasar a formas más complejas del idioma.

Cuando nada de esto ocurre, el joven tiene la opción de dedicarse a la mercadotecnia y la publicidad tradicionales, en donde, a propósito, a los ocurrentes y graciosos los llaman creativos, apelativo que seguramente nació como ironía.

Cuando el joven pasó de noche la primaria, decimos, tiene entonces la opción de ser creativo en el área de mercadotecnia de cualquier organización o en una agencia de publicidad. ¿Por qué? Porque tanto en una como en otra tendrá permiso de destrozar su lengua materna e incluso mofarse de ella, escupir sobre ella, negarla y reducir el universo de sus ideas a tres o cuatro conceptos que repitirá en cada reunión de creativos, es decir, en cada brainstorming, en el que un grupo de personas sin estudios serios "psicoanalizan" al target para encontrar sus insights.

domingo, 17 de enero de 2016

La relación simbiótica entre lengua e individuo libre

Siempre es poco el conocimiento personal, siempre es insuficiente, es apenas un haz de luz que cruza con timidez la espesa penumbra de nuestra propia ignorancia, negra como la pez, vasta como la nada. Pero este parvo saber que raya en la inopia es, sin embargo, motivo de sentimientos encontrados: nos aflige la oscuridad a la vez que nos alegra el más mínimo hallazgo, nos impacientan las tinieblas a la vez que nos conforta la refulgencia de las cosas nuevas, sobre todo de aquellas que se nos aparecen sin haberlas buscado. 

Escribí lo anterior inmediatamente después de encontrarme por primera vez con Friedrich Schleiermacher (1768-1834), al que conocí mientras leía un sabrosísimo ensayo sobre Moby Dick escrito por Fernando Velasco Garrido, genial traductor (El lardo es el lardo, se titula el opúsculo acerca de la novela de Melville).

Velasco Garrido cita a Schleiermacher para subrayar y explicar el valor de Moby Dick como hito de la lengua inglesa. Pero las palabras del alemán me distrajeron y me invitaron a buscar en internet el texto original…

Transcribo un pasaje de Sobre los diferentes métodos de traducir, escrito por el teólogo y filósofo alemán en 1813. Mi propósito al reproducir este fragmento es dar un ejemplo de la alegría que me provoca la aparición en mi vida de una persona que no conocía, del entusiasmo que me regala el hallazgo de una idea que hasta hace unos días no estaba en mi mente y de la jubilosa sensación de vigencia que brota frente a un texto que tiene doscientos años de haber sido escrito.

Lo que sugiere Schleiermacher en el mencionado opúsculo –y con lo que mi corazón coincide- es que la lengua es la fuente de la condición humana, no hay nada humano fuera de ella; sin embargo, el individuo libre tiene también, al pensar libremente, la posibilidad de alimentar la lengua y decir “algo” que merezca escucharse.

Las afirmaciones de Schleiermacher son, a propósito, beneficiarias de Giovanni Pico della Mirandola, quien en 1486 entregó al mundo su Discurso sobre la dignidad del hombre, pieza maestra y cumbre del espíritu renacentista.

Pero vayamos, pues, a Schleiermacher...

“Todo ser humano está, por un lado, en poder de la lengua que habla; él mismo y todo su pensamiento son fruto de ella. No puede pensar, con completa concreción, nada que se halle fuera de los límites de ella; la forma de sus conceptos, la naturaleza y los límites de sus posibilidades de combinación le vienen predeterminados por la lengua en la que ha nacido, y en la que se ha educado; la razón y la fantasía se hallan determinadas por ella. Por otro lado, sin embargo, todo ser humano que piense de forma independiente, y que posea autonomía intelectual, a su vez, también forma la lengua (…). En este sentido, pues, es la activa energía del individuo la que crea –originalmente sólo con el fin transitorio de comunicar un estado pasajero de la conciencia- nuevas formas en la dúctil materia de la lengua, de las cuales, sin embargo, perdura en la lengua unas veces algo más; y otras, algo menos; algo que, por su parte, recogido por otros, sigue extendiéndose y desarrollando su fuerza creadora. Es más, puede decirse que sólo en la medida en la que uno influye de esta forma en la lengua, merece ser escuchado más allá de su propio ámbito inmediato.”

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